El frente de batalla es un lugar hostil, el frío penetra en el cuerpo y el sonido de las bombas estremece. Se escuchan disparos y detonaciones. A pocos kilómetros del pueblo que funciona como base militar se combate cuerpo a cuerpo, como en las viejas guerras de trincheras. Es un lugar donde la vida y la muerte están igualmente presentes.
Allí, en el Dombás -en un pueblo recuperado que no se puede identificar para evitar interferencias rusas y preservar la seguridad de las tropas ucranianas- se encuentra la legión internacional de combatientes. Son soldados de distintas partes del planeta que decidieron ir a Ucrania para defender las fronteras del país y, como que ellos consideran, la del resto del mundo. Hay brasileños, españoles, alemanes, norteamericanos, colombianos y argentinos. Más de 15 soldados argentinos han participado de los combates desde el inicio de la invasión rusa. Muchos se fueron y otros murieron, pero la mayoría sigue luchando día y noche.
Sentados dentro de una habitación muy dañada por los bombardeos y sobre una cama que como resguardo del frío sólo tiene una bolsa de dormir están el “Pela” y “Coca”. Son dos exmilitares argentinos que luchan en Ucrania hace más de 5 meses. Duermen poco, pero se alimentan bien y tienen siempre su fusil AK-47 listo para ir al frente de batalla a combatir.
– ¿Porque decidieron venir a pelear por Ucrania?
– Por la situación que se vive acá, la de los civiles. No es una guerra de soldados contra soldados. Nos motivó el ayudar y pensar en que, si esto pasara en otro país, habría personas del extranjero que también ayudarían.
– ¿Tienen familia?
– (Pela) Estoy divorciado, pero tengo hijos. Además de mi mamá y mis hermanos.
– ¿Qué dicen tus hijos?
– Son grandes, adultos. Yo soy de carrera militar así que estoy acostumbrado a estar fuera de casa. Aunque en este caso hay un poco de temor lógico por un combate de guerra, pero el apoyo está siempre.
(Coca) A mi mamá le costó un poco porque, obviamente, no es fácil. A mis hermanos también les costó bastante aceptarlo porque uno viene acá y no sabe que lo que puede llegar a pasar.
– Pasaron la Navidad lejos de sus casas y sus familias. ¿Qué sintieron?
– Fue una navidad diferente. Se mezcló la nostalgia de estar lejos de la familia con la alegría de estar ayudando a esta gente. Se extraña festejar con la familia, pero lo importante es ayudar a los ucranianos.
– Ustedes ven aquí soldados de otras partes del mundo, ¿qué tiene el soldado argentino de diferente?
– Es difícil hacer una comparación. El soldado argentino es muy profesional. Pero, en realidad, el soldado argentino está encerrado en una doctrina de adiestramiento, pero no de acción. Falta la acción real. No quiero decir que deseo que haya una guerra en nuestro país. Los latinoamericanos acá nos hemos adaptado muy bien a la doctrina ucraniana, en el desenvolvimiento de las técnicas de combate.
¿Cómo es la relación con los soldados del resto de los países?
– En el campo de batalla no hay nacionalidad, somos todos unidos y luchamos por el mismo objetivo.
– ¿Cómo es un día de un soldado en Ucrania?
– Básicamente consiste en esperar la hora de ir al frente. Nos levantamos y nos preparamos para que nos lleven al frente de combate. Fuera de eso, tratamos de pasarla bien, dentro del contexto. Los argentinos especialmente somos muy alegres, ponemos música, cantamos, tomamos nuestro mate. Lo importante es descansar, alimentarse y prepararse para el combate.
¿Cómo manejan el miedo?
– El miedo siempre va a estar. El que dice que no tiene miedo es mentira. Apenas uno viene al país se imagina una cosa pensando en que, tal vez, no es tan peligroso. Pero cuando llegas acá ves la realidad y, sí, te da miedo. Pero uno lo sabe sobrellevar.
– ¿Cómo es la relación con la violencia que se vive todos los días? Saber que pueden morir, pero también que pueden matar.
– Es difícil. Uno tiene que estar preparado para todo, inclusive para morir. Pero siempre hay que ser consciente de lo que nos puede pasar. Del otro lado, la verdad que no lo podría explicar… si mato a alguien. La verdad que no, es una sensación rara.