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Preocupa a centros de rescate el creciente mascotismo en Misiones

En el último mes y medio hubo al menos 48 animales silvestres rescatados en la provincia. El proceso para devolverlos al ambiente natural puede demorar años


La rica fauna misionera es tentadora para los inescrupulosos que lucran con ella. Así lo revelan los crecientes casos de mascotismo registrados en la provincia. Se trata de la tenencia domiciliaria de animales con fines de retenerlos en cautiverio, como mascotas o para venderlas, algo que constituye una amenaza para las especies autóctonas y está penado por ley.Para dimensionar los casos, en lo que va del mes rescataron de una casa de San Vicente un cachorro de margay que era ofrecido a la venta por 300 mil pesos en las redes sociales.En otro domicilio de Posadas, efectivos policiales de la Dirección Defensa del Medio Ambiente rescataron a una pareja de guacamayos, especie en peligro de extinción, que se encontraban en cautiverio y con heridas. En Oberá, días atrás agentes de la Comisaría Tercera acudieron a la denuncia por tenencia ilegal de fauna silvestre en un domicilio particular del barrio Aeroclub, donde tras un allanamiento rescataron un ejemplar de mono caí. En Garupá se hizo lo propio con otro ejemplar del mismo tipo de mono.En tanto, esta semana el Ministerio de Ecología hizo un procedimiento en la zona Oeste de Posadas, donde se secuestraron 35 aves de distintas especies como jilgueros, cardenales, cabecita negra, tangará, monjitas, reina moras, fruteros y corbatitas que estaban siendo preparadas para la comercialización.Por su lado, en el Parque Ecológico El Puma de Candelaria sólo el mes pasado recibieron ocho coatíes que habían sido sacados de su entorno para domesticarlos.Los animales secuestrados generalmente terminan en centros de rescate y rehabilitación como El Puma, Güirá Oga de Puerto Iguazú o El Jardín de los Pájaros en Oberá. Allí se los evalúa y se inicia un largo proceso para devolverlos al hábitat natural, que a veces dura años, dado que los ejemplares terminan acostumbrándose a vivir con humanos. Y en las situaciones en las que se abre una instancia judicial por infracción a la ley provincial de Conservación de la Fauna Silvestre, la Justicia puede dictar penas que prevén multas de hasta un monto equivalente a cien sueldos mínimos de la Administración Pública Provincial.“Generalmente nos llegan de manera voluntaria coatíes y monos caí. Cuando son chiquitos la gente los compra porque son buenitos pero al pasar el año los animales empiezan a tener otro tipo de comportamiento, propio de animales silvestres: muerden los cables, excavan, rompen las cosas y entonces ya no los quieren de mascota y terminan en el parque”, contó a El Territorio Marina Tassi, directora de El Puma.La especialista recalcó que tener un animal silvestre como mascota nunca es una buena idea.“Ellos no tienen el comportamiento ni están adaptados para vivir con un ser humano como un perro. Los animales silvestres necesitan del hábitat natural porque aparte del comportamiento agresivo que pueden llegar a desarrollar, a veces también tienen cierta deficiencia, porque cuando uno tiene un animal como mascota, la dieta que le brinda en la casa no es la misma que pueden encontrar en la naturaleza”, señaló Tassi.Sobre este punto indicó que al no tener la alimentación adecuada terminan con tumores, problemas en los huesos, falta de color y afectación anímica. “Son animales difíciles de recuperar”, sostuvo.Luego comentó que el proceso de rehabilitación suele ser largo y complejo, se busca que ellos solos busquen sus alimentos y romper el contacto con las personas. “Para que esos animales se rehabiliten nosotros tenemos un bioterio, lugar donde se genera el alimento que ellos van a encontrar en la naturaleza”, dijo.“Los coatíes que están acostumbrados a que alguien les dé de comer tienen que volver a aprender a buscar solos su propia comida, escarbar, eso se hace poniéndole la comida escondida en el suelo. Pero ese proceso tarda meses, incluso años. Lo que buscamos así es que el animal no vuelva a reincidir, que no se acerque a las personas”, agregó.Una vez que los especialistas evalúan el estado del animal y que están aptos para volver a la naturaleza se los prepara y se forman tropillas para que en grupo logren establecerse de la mejor manera en el monte. “Pero el proceso de liberación no es fácil, es lento”, destacó Tassi.Por su lado, Dante Di Nucci, de Güirá Oga, lamentó ver casos de tucanes, zorros o pequeños felinos. “Son animales que terminan con un mal manejo, mala sanidad y trastornos de conducta al estar en contacto con humanos”, cerró.

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