El obereño que cumplió su sueño de navegar los mares del mundo a bordo de la Fragata Libertad

Se llama Sergio Rodríguez (29). Después de terminar sus estudios secundarios en el BOP 10 del barrio Cien Hectáreas trabajó como mozo en Oberá hasta que se incorporó a la Armada. Para él es un sueño hecho realidad.


Después de alrededor de cinco meses de navegación por los mares del mundo, la fragata ARA Libertad culminó su viaje de instrucción regresando al puerto de Buenos Aires con los más de 300 jóvenes tripulantes oriundos de distintos puntos del país. Uno de ellos es Sergio Rodríguez (29), de Oberá y su historia está destacada en el sitio Gaceta Marinera.Se cuenta que siendo el más chico de sus hermanos, el obereño decidió ingresar a la Armada convencido de cumplir funciones como camarero, profesión que ya había ejercido en su ciudad. «En la Armada aprendí a querer más mi especialidad, cada día tengo mucho que aprender y me ofrece posibilidades que no podría cumplir en otro ámbito», afirmó. El joven misionero culminó sus estudios en el Bachillerato Orientado Provincial (BOP) 10 «Hugo Wenceslao Roque Amable» y fue una charla que brindó personal de la Armada la que motivó su ingreso: «Recuerdo una exposición que realizaron presentando la carrera y me gustó lo que ofrecían; sentí curiosidad por la vida militar». Sergio se asesoró en la Delegación Naval Posadas, donde le indicaron la documentación que debía presentar, cómo era el examen ingreso en la Escuela de Suboficiales de la Armada y las posibilidades que brinda la Institución. «No dimensionaba mucho lo que esta decisión representaba, pero sabía que quería ejercer como camarero porque tenía la experiencia. Así que rendí el examen acorde a la especialidad». La Escuela de Suboficiales de la Armada facilita la modalidad de ingreso por medio del Curso de Integración Militar (CUIM), destinado a postulantes que se inscriben en determinadas especialidades -camarero, cocinero, conductor, músico, enfermero y auxiliar de arsenales- quienes deben presentar título terciario no universitario o secundario especializado en dichas orientaciones. Su primer destino, una vez egresado del CUIM, fue en la corbeta ARA «Robinson» donde permaneció por dos años aprendiendo y reforzando los conocimientos de su especialidad. A finales de 2021 le sorprendió el traslado a la fragata ARA Libertad.»Fue difícil despedirme de mis compañeros en la corbeta porque fue mi primer destino y les agradecí por todo lo que me habían enseñado. Cuando uno sale de la escuela tiene muchas expectativas y tuve la suerte de encontrar gente amiga; sé que con muchos me voy a volver a cruzar a lo largo de la carrera y va a ser muy grato». En su relato, recuerda con emoción el momento en que le comunicaron su nuevo destino: «Me emocioné porque no estaba en mis planes y no me lo esperaba». Estando en la corbeta y radicado en Punta Alta, ciudad cercana a la Base Naval Puerto Belgrano, se marchó con la seguridad de que era una de las mejores oportunidades de su vida. «Es un honor ser parte de la tripulación de la fragata y siempre que hablo con mis padres les digo que es un orgullo, aunque ellos no entienden mucho, pero están contentos y me lo demuestran cada vez que regreso a mi tierra», destacó. Un obereño en la LibertadPara el cabo segundo apoyo general Sergio Rodríguez es su primer año en la Embajadora de los Mares y reconoce que no fue fácil. «Llegué y me presenté con la idea de enfrentar un desafío, porque en cada destino se empieza de cero; hay que conocer a la gente, a la unidad y cómo manejarse. Por suerte, no me costó demasiado porque soy muy sociable y me adapté rápido», contó. Sin inconvenientes, hizo nuevas amistades y aprendió la rutina de a bordo. «Esta experiencia no la siento como un premio, sino como una gran oportunidad. Si estoy acá, es por mérito, y la considero una experiencia única e inolvidable».Durante los 5 meses que la fragata estuvo lejos del país, el joven marino misionero se mantuvo en contacto con su familia y amigos, a quienes enviaba fotos de cada puerto visitado. De todo el itinerario, los lugares que más le gustaron fueron México y París: «En Veracruz me compré un sombrero típico de allá y en París pude conocer la Torre Eiffel. Todo gracias a la Armada». Durante el viaje de instrucción representó al país en cada puerto: «Tuve la oportunidad de conformar la guardia de honor y rendir los honores a las autoridades que nos visitaban», comentó orgulloso. La tierra roja en su corazónTal como dice Sergio, este viaje le trajo nuevas amistades, pero siempre tuvo presente a su familia. «Los recuerdos familiares me acompañaron durante toda la travesía, como así también las comidas típicas que se preparan en mi querida Oberá, y seguro voy a disfrutar de todo cuando regrese a visitarlos». Regresa en cada oportunidad que tiene a su tierra natal: «Extraño a mis amistades, salir a caminar por la ciudad, las tortas fritas, el pan casero y estar sentado en la vereda tomando mate con los vecinos», rememora. Finalizado este viaje, se prepara para repetir otro año a bordo de la fragata ARA Libertad y reconoce que la Armada es muy importante en su vida. Admite que, con el tiempo, aprendió a querer a la Institución, su especialidad y, por sobre todas las cosas, la camaradería que generó en la corbeta y en su destino actual. Para el obereño servir a la Patria «no es solamente cumplir con las funciones de la especialidad, sino tener asignadas otras tareas y desempeñarlas de la mejor manera». A lo que agrega: «Tengo en claro que debo seguir aprendiendo las tareas de mi especialidad y en este momento tengo que representar bien a mis pares, como camarero y como militar».

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