
En Olivos o la Casa Rosada, el Presidente acelerará el inicio del debate de los ejes del acuerdo que presentó en la Asamblea Legislativa. Aún no oficializó la convocatoria, pero hubo contactos informales. En los Ejecutivos provinciales esperan el llamado y la mayoría aún evalúa cómo responder
Tras reconocer implícitamente que el intento de acelerar los procesos de la política no era una buena idea, Javier Milei armó cuidadosamente una nueva e intrincada hoja de ruta para aprobar en el mediano plazo las reformas estructurales que falló en homologar durante los primeros meses de su gestión.
Junto a sus principales colaboradores en el terreno de las negociaciones con la dirigencia -el ministro del Interior, Guillermo Francos y el asesor Santiago Caputo- decidió organizar en cuatro etapas el “nuevo período” que se inauguró el 1 de marzo y que, según sus planes, debería durar dos meses.
La primera, que se concretó anteayer en la Asamblea Legislativa, era la “gran convocatoria” al resto de la clase política con dos meses de antelación a firmar un “Pacto” en mayo, idílicamente, con la mayor parte de la clase política. La segunda, la presentación, en los primeros días de sesiones ordinarias, de una especie de ley Ómnibus reducida a los puntos sobre los que hay consenso, para mostrar algún éxito concreto de la gestión más allá del devenir de la economía. Y, en paralelo, el giro de un paquete de alivio fiscal para confortar y, al mismo tiempo, pre-condicionar a las provincias.
La tercera, una convocatoria a un “preacuerdo” en lo inmediato, que se cristalizaría esta misma semana en una reunión con todos los gobernadores que se plieguen a congregarse encabezados por el Presidente en la Casa Rosada o en Olivos -los libertarios aún no decidieron cuál es el mejor lugar para la construcción de un relato con época- para empezar a debatir las bases del nuevo y difícil consenso. Esta parte del ciclo, estiman, se extendería por varias semanas de negociaciones.
La tercera, si las dos primeras marchan bien, sería la suscripción de todos los gobernadores, en Córdoba, con bombos y platillos, del documento que publicaron ayer en una florida cursiva estadounidense con los 10 puntos de consenso que propone el líder de La Libertad Avanza (LLA).
La cuarta y última comprende el verdadero, objetivo final del Gobierno: el giro al Congreso, para su debate y aprobación sin frustraciones, de un tercer paquete de leyes con extractos del DNU y la ley Bases, donde el Presidente busca plasmar en concreto los puntos esbozados conceptualmente en el “Pacto”.
El mensaje del Presidente ante el Congreso fue el primer paso del programa que diseñó para retomar la iniciativa y refundar la relación con los mandatarios del interior, a sabiendas de la situación de debilidad política en la que se encuentra el Gobierno más allá de la performance estable que les devuelven las encuestas sobre el rumbo de la gestión.
Una vez declaradas sus intenciones, el Presidente se prepara para formalizar la convocatoria a los 24 jefes de los Ejecutivos de las provincias en los próximos días. En las gobernaciones creen, a partir de los contactos formales e informales que tuvieron de los últimos días, que el llamado es inminente. Pero la mayoría no decidió cómo responderá (sólo adelantaron su concurrencia seis gobernadores), y sopesan sus próximos movimientos tras el conflicto por los temas espinosos de la ley Ómnibus -que derivó en el colapso del proyecto completo-; y de los más recientes enfrentamientos a partir de la discusión por los fondos para Chubut.
Si bien el anuncio fue el viernes a la noche en la apertura de sesiones ordinarias, los libertarios vienen preparando el terreno para la “nueva etapa” desde hace 15 días. Francos, Santiago Caputo y el propio Milei se repartieron las conversaciones con los gobernadores, por teléfono y de manera presencial, según el grado de afinidad.
El ministro del interior, encargado por excelencia de la relación con el poder del interior, recibió dos veces a Gustavo Sáenz (Salta) y a Leandro Zdero (Chaco). También a Alberto Weretilneck (Río Negro), y Raúl Jalil (Catamarca). Santiago Caputo participó del encuentro con el salteño y el catamarqueño, y estuvo a solas, aparte, con el neuquino Rolando Figueroa. Mientras que Milei convocó al titular bonaerense del bloque de PRO, Cristian Ritondo, en la Casa Rosada y hubo contactos en secreto con el jefe de Hacemos Coalición Federal, Miguel Pichetto. El primero mostró la máxima predisposición. El segundo, no tanto: ayer advirtió que “un pacto implica un diálogo, y no un esquema de adhesión”.
Aún no hubo un acercamiento serio a Martín Llaryora, uno de los gobernadores de mayor peso, que busca perfilarse como líder del peronismo en las elecciones legislativas de 2025, con la mira fija y constante en las próximas presidenciales. Pero esta semana, por primera vez desde la caída de la ley Bases, en Gobierno aseguraron que los contactos se retomarán sin falta. “No tenemos rencores, seguramente volvamos a hablar pronto”, deslizaron inéditamente el jueves en un alto despacho de la Casa Rosada.
En Gobierno distinguen sus perspectivas sobre el cordobés de la manera en que evalúan a Maximiliano Pullaro. En el caso del primero, dicen, se “sobrepasó” al plantarse contra le ley Ómnibus por “ego político”, una motivación casi imperdonable para los libertarios, que se jactan de trabajar sólo por el bien de la Nación y jamás por ambición de poder. Con el segundo, en cambio, son más comprensivos y creen que la reconciliación será más factible. Por lo pronto, La supervivencia en la secretaría de transporte del cordobés Franco Mogetta -a diferencia de Osvaldo Giordano, que salió eyectado de Anses- es una muestra de que los puentes entre la Casa Rosada y Córdoba se resquebrajaron, pero no se derrumbaron.
La mayor parte de los contactos se ejecutan bajo estricto secreto porque el Gobierno, deseoso de reconciliarse, no quiere “empiojar” las relaciones con trascendidos en los medios, según admitió un funcionario de peso.