La ayuda internacional llega lentamente a Turquía y Siria, donde socorristas continúan encontrando sobrevivientes que lograron resistir milagrosamente entre los escombros tras el masivo terremoto del lunes, que dejó más de 25.000 muertos.
El frío gélido dificulta la tarea de los rescatistas y castiga a los sobrevivientes, en un escenario donde al menos 870.000 personas precisan urgentemente comida y, solo en Siria, 5,3 millones se quedaron sin casa, de acuerdo a estimaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El director de la Organización Mundial para la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, llegó este sábado a la ciudad siria de Alepo, fuertemente golpeada por el terremoto, para visitar hospitales y centros de refugio con las autoridades sirias, informó la agencia oficial Sana.
El funcionario afirmó que viajó con cerca de 37 toneladas de suministros médicos de emergencia, y agregó que el domingo llegará otra ronda con más de 30 toneladas de ayuda, consignó hoy la agencia de noticias AFP.
«El suministro de agua y otros servicios se han visto afectados, la gente está expuesta a enfermedades diarreicas y otros problemas de salud, especialmente problemas de salud mental», alertó el director.
En tanto, el Programa Mundial de Alimentos pidió 77 millones de dólares para aportar raciones de comida a al menos 590.000 personas desplazadas a causa del terremoto en Turquía y 284.000 en Siria.
Además, la oficina de Derechos Humanos de la ONU urgió ayer a todas las partes en la zona afectada, donde operan militantes kurdos y rebeldes sirios, a permitir el acceso humanitario.
En este sentido, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado grupo terrorista por Ankara y sus aliados occidentales, anunció que suspendía su lucha armada para contribuir a los trabajos de recuperación.
Por su parte, el gobierno de Siria anunció que autorizará el suministro de ayuda internacional a las zonas controladas por los rebeldes en el noroeste del país, castigado por el sismo.
Hasta ahora, prácticamente toda la ayuda suministrada a las zonas rebeldes transita lentamente desde Turquía a través del puesto fronterizo de Bab al Hawa, el único garantizado por la ONU.
Para el envío de ayuda a Turquía, este sábado se abrió, por primera vez en 35 años, un paso fronterizo con Armenia, informó la agencia oficial turca Anadolu.
Según la agencia turca para situaciones de emergencia y desastres naturales, cerca de 32.000 personas están movilizadas en las operaciones de rescate, así como más de 8.000 rescatistas extranjeros.
En tanto, miles de personas duermen en tiendas de campaña o en sus coches y se reúnen junto a hogueras para calentarse en medio de unas temperaturas glaciales, por miedo a volver a sus casas o porque sus viviendas ya no existen.
En este contexto, el trabajo de los equipos de rescate sacando personas vivas de los escombros continúa, entre ellos varios niños y una mujer embarazada de seis meses que fueron salvados ayer, según la información oficial.
En la provincia de Hatay, en el sur de Turquía, una niña de dos años fue encontrada viva 123 horas después del cataclismo, informó la web del diario Hurriyet, pero su familia no pudo ser hallada.
Los últimos registros del sábado contabilizan 25.401 muertos, 21.848 en Turquía y 3.553 en Siria.
Después de cinco días del sismo, el más mortífero desde 1939 en la región, la conmoción inicial deja paso en Turquía a la rabia y el enfado por la respuesta del gobierno y la baja calidad de las construcciones. Las autoridades cifran en 12.141 los edificios destruidos o gravemente dañados.
La policía turca detuvo hoy a 12 personas por el derrumbe de edificios en las provincias de Gaziantep y Sanliurfa y el fiscal de Diyarbakir emitió órdenes de detención contra 29 personas.
El viernes ya fue detenido en el aeropuerto de Estambul un promotor inmobiliario que trataba de huir después del colapso de una de las residencias de lujo que construyó.
Ante las críticas por la gestión del gobierno, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan pidió disculpas.
«Hubo tantos edificios dañados que desafortunadamente no pudimos acelerar nuestras intervenciones como hubiéramos querido», afirmó el mandatario durante una visita a Adiyaman.
Entre las múltiples tragedias del movimiento telúrico, una implica a un grupo de 24 niños chipriotas de entre 11 y 14 años que estaban en Turquía para un torneo de voleibol cuando el terremoto demolió su hotel.
Los medios turcos aseguran que 19 personas del grupo, que incluía además a 15 adultos, se confirmaron muertas. Diez de los cuerpos ya fueron repatriados a sus casas en el norte de Chipre.